neuromuebles: Sillas de comedor.

Existen infinitas A o Z totalmente diferentes entre sí; no obstante, nadie confunde una con la otra, o una letra con otro signo. De la misma manera, una silla es reconocida como tal, aun cuando hay una infinidad de modelos.

Desde que el hombre es hombre, es decir, desde que adquirió la posición vertical , asumió su consecuencia: la necesidad de sentarse.

La acción debió ser cumplida con un elemento, la necesidad física se resolvió en un proceso continuo, desde sentarse en el piso, luego en piedras, en troncos, hasta elaborar un instrumento: el banco. Pero la aparición del respaldo, o sea, la transformación en silla, fue lo que permitió que el hombre se relajara y meditara. A partir de este aspecto evolutivo, ese instrumento adquiere un nuevo valor, ya que no es un mero elemento que responde a una necesidad física se convierte en un hecho simbólico en el cual los mitos y ritos se conjugan y convierten al asiento en un símbolo de poder, de quien lo ejerce y de quien lo padece.

La silla recorrió la historia con la misma frecuencia que el hombre hizo sus avances; siempre estuvo en relación con la cultura, represento las épocas a través de los estilos. El valor estético también fue siempre en la silla una condición fundamental para los constructores y diseñadores de todas las épocas.

En resumen, parecería que la silla contiene, como ningún otro objeto del mundo, los componentes fundamentales de todo diseño: lo funcional, como necesidad orgánica del hombre; lo tecnológico, como campo experimental y de respuesta productiva; lo estético- formal, como documentación formal y temporal de la sociedad, y los mitos ancestrales existentes en los instrumentos del hombre se encuentran en lo simbólico, como la respuesta al deseo como necesidad.

Ricardo blanco.